Es una creencia errónea muy común creer que el buen gusto es innato y suficiente para diseñar lo-que-sea. El gusto es personal. No hay buen diseño sin conocimiento.
El diseño implica conocer 3 cosas: la primera es el lenguaje con el cual vas a expresarte; es decir los principios y la teoría del diseño, que es común a cualquier rama de éste. Implica saber manejar la composición, el color y la tipografía de whatever estés diseñando. Estos principios te llevan a una ergonomía visual, a una comunicación eficiente. Toda diseñadora debe ser una comunicadora.
Lo segundo indispensable es conocer a la persona destinataria de tu mensaje, su psicología y sus necesidades. En el caso del diseño de producto esto es precisamente el UX: las técnicas para investigar lo que la usuaria requiere, y – como sabemos- obtener esta información. Incluso puede ser toda una especialidad aparte del diseño visual, que es más bien UI.
Tercero, y es donde más se atora la mayoría de las diseñadoras de interfaz, es necesario conocer los medios en donde se va a reproducir dicho diseño. La diseñadora tradicional aprendió los procesos de la imprenta, el offset, la serigrafía, etc. Sabía separar su diseño por tintas o enviar a impresión en el perfil de color correcto con buen uso de overprints y porcentajes en negro para cuatricromía. Preprensa es toda un área de especialidad aparte.
Hoy quien hace diseño de interfaz se supedita a lo que reproducirá la persona que haga el desarrollo Front-end, quien no es una máquina y puede terminar haciendo interpretación errónea de lo que le enviamos. Además, el desconocimiento de las posibilidades que ofrece el stack de desarrollo a nivel visual provoca que se diseñen pantallas hermosas pero irreproducibles o fuera del alcance del proyecto. Por esto es crucial tener bases de programación a nivel maquetado y en el caso de desarrollo nativo leer la documentación con el mismo esmero que tus camaradas coders, así como mantener una comunicación abierta y familiarizarse con los sistemas y paradigmas de diseño.
Como podrás adivinar nada de esto te lo da el buen gusto con el que tu tía escoge sus cortinas.